Nuestra Historia: Un Hogar en la Fe

Desde nuestros inicios, Casa del Padre ha sido más que un lugar de reunión; es un faro de esperanza y un hogar espiritual para la comunidad de Mérida. Nuestros pasos comenzaron con el anhelo de ver la gloria de Dios manifestada, creando un espacio donde cada corazón pudiera encontrar un encuentro genuino con Jesús. A lo largo de los años, hemos crecido como una familia unida, impulsados por la pasión de la adoración en espíritu y en verdad, la enseñanza bíblica que transforma vidas y la convicción de que la presencia de Dios es el centro de todo lo que hacemos. Con cada alabanza, cada estudio y cada tiempo de oración, hemos construido no solo una iglesia, sino un ministerio vibrante donde la fe se vive, la comunidad se fortalece y el amor de Dios se extiende, impactando nuestra ciudad y más allá. Te invitamos a ser parte de esta historia viva.

Nuestra Misión: Transformando hijos, transformando generaciones.

En Casa del Padre, nuestra misión es clara y poderosa: existimos para glorificar a Dios llevando el mensaje transformador de Jesucristo a cada corazón. Nos dedicamos a ser un faro de esperanza que equipa a creyentes para vivir una vida plena en Cristo, discipulándolos en la Palabra, cultivando una profunda adoración en espíritu y en verdad, para impactar su entorno. A través del amor incondicional, la enseñanza bíblica relevante y el servicio a nuestra comunidad, buscamos no solo edificar la fe individual, sino también extender el Reino de Dios, haciendo de cada miembro un agente de cambio que refleje la luz y la gracia de nuestro Padre celestial.

Nuestros Fundamentos: Anclados en la Roca Inmutable

En Casa del Padre, nuestros fundamentos se asientan firmemente en la Palabra inmutable de Dios, la Santa Biblia, que reconocemos como inspirada, infalible y nuestra máxima autoridad para la fe y la vida. Creemos en un solo Dios verdadero, manifestado en Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador, quien murió por nuestros pecados y resucitó victorioso. Nos sostenemos en la verdad del evangelio, la importancia de una vida de oración constante, la poderosa obra del Espíritu Santo que nos capacita para el servicio, y la fuerza transformadora de una comunidad de creyentes que se ama y se edifica mutuamente. Estos principios no son solo doctrinas, sino el cimiento vivo sobre el cual construimos nuestra fe, nuestra adoración y nuestra misión, confiando plenamente en Su dirección y provisión en cada paso.